miércoles, 22 de enero de 2014

De las relaciones transtextuales y otros ingenios

El objeto del trabajo Palimpsestos (nombre también de nuestro blog) nos dice Genette es la paratextualidad. De esta podemos obtener cinco tipos de relaciones que mantienen los textos con otros, sin embargo, en esta entrada, estimado lector, sólo mencionaremos cuatro: intertextualidad, paratextualidad, metatextualidad y architextualidad.

    El primer término que toma de Julia Kristeva se llama intertextualidad, que puede definirse como: “una relación de copresencia entre dos o más textos, […] como la presencia efectiva de un texto en otro” (pág. 10) y que puede presentarse como cita, plagio o alusión. En el cuento de Jorge Luis Borges La busca deAverroes tenemos que:

 La pluma corría sobre la hoja, los argumentos se enlazaban, irrefutables, pero una leve preocupación empañó la felicidad de Averroes. No la causaba el Tahafut, trabajo fortuito, sino un problema de índole filológica vinculado a la obra monumental que lo justificaría ante las gentes: el comentario de Aristóteles. […] La víspera, dos palabras dudosas lo habían detenido en el principio de la Poética. Esas palabras eran tragedia y comedia. Las había encontrado años atrás, en el libro tercero de la Retórica; nadie, en el ámbito del Islam, barruntaba lo que querían decir.
    En este cuento se alude constantemente a la obra de Aristóteles la Poética, debido a que se constituye como el núcleo del argumento del cuento la búsqueda de este filósofo árabe de estas dos palabras.

    El segundo tipo de relación se llama paratextualidad, se define como “una relación, generalmente menos explícita y más distante, que, en el todo formado por una obra literaria,  el texto propiamente dicho mantiene con lo que sólo podemos nombrar como su paratexto. Títulos, subtítulo, intertítulos, prefacios, etc” (pág. 12). Como ejemplo tomemos el título de la novela de Joseph Roth: La marcha de Radetzky. Esta obra remite a un texto musical de Johann Strauss padre.


     
La pieza musical fue escrita en 1848, de gran importancia nacionalista del Imperio Austro-Húngaro se constituyó como un emblema de la grandeza imperial y militar. Ahora bien, la novela de Joseph Roth narra el declive y el fin del Imperio, por lo tanto, tenemos una relación estrecha entre ambas obras, para Roth esta pieza musical sirve más como un Réquiem para su nación perdida.
   
    El tercer tipo de trascendencia textual se llama metatextualidad, la cual Genette explica que: “es la relación que une un texto a otro texto que habla de él sin citarlo (convocarlo), e incluso en el límite, sin nombrarlo” (pág. 13). En este caso tomemos como ejemplo la novela de Feodor Dostoievski Humillados y Ofendidos. El protagonista de la novela Ivan Petrovich está escribiendo una novela, la cual es leída por varios de los personajes, pero conforme nos damos cuenta de los comentarios en torno a la novela, pronto podremos darnos cuenta que el argumento de la misma, es muy parecido a dos obras, de hecho, la sutileza con la cual los personajes la comentan nos hace dudar entre ambas:

    “Puse en escena a un modesto funcionario, un desdichado, incluso un poco tonto” explica Vania. Y “¿Por qué este joven ha muerto ha muerto tuberculoso?, pregunta la pequeña Nelly”.  Estas frases nos pueden hacer pensar en Akaki Akákievich, protagonista del cuento El capote (El abrigo) de Nikolai Gogol que sufre un destino similar. Esta primera impresión podría verse asegurada por las afirmaciones de Dostoievski sobre el parentesco que posee su obra inicial con la de su compatriota: “Todos salimos de El Capote”. La segunda obra que podríamos dar por aludida es la primera obra de Dostoievski: Pobres gentes. En el que el oficinista desdichado es Makar Dievushkin y el joven muerto es el estudiante Prokovski.




   El quinto tipo, sí lector, nos hemos saltado el cuarto, se trata de la architextualidad. En la cual “la relación es completamente muda que, como máximo, articula una mención paratextual, de pura pertenencia taxonómica” (pág. 13). En este caso tomemos por ejemplo el título de la obra de Dostoievski: Una novela en nueve cartas. Si bien, este título por demás explícito, nos da una perfecta muestra de lo que el lector puede esperar de esta obra, pero que también nos liga a una tradición de novelas epistolares que tuvo un auge en Europa a partir del siglo XVIII y continuó durante varios años más.


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