¿Qué encontramos de divertido en un
acto que se repite constantemente? Todos tenemos expectativas de lo que
veremos, no se rompen nuestras expectativas, básicamente ves una y ya viste
todas. ¿O no?...
Debemos entender la pornografía como un fenómeno de masas, no del todo
aceptado. Siempre ha corrido por debajo de los gustos socialmente aceptables,
pero siempre ha estado presente, de forma marginal y cubierta por el tabú. La
llegada del siglo XX, las revoluciones sexuales le han dado una apertura cada
vez mayor a la industria de la pornografía. Tenemos íconos de la industria del
porno, desde la revista del conejito hasta la emblemática “Garganta profunda”.
Adorno (1945) nos dice que:
La propia cultura se convirtió en
medio de alimentar el sistema del capitalismo moderno. La cultura de masas
significó entonces eficacia, cálculo y predicción, las mismas pautas de
comportamiento a través de las cuales estos autores habían caracterizado el comportamiento
del hombre moderno trasladadas ahora al mundo de la cultura (pág. 108)
La cultura del sexo se ha vuelto en uno de los pilares del mercantilismo,
del capitalismo más voraz que tiene que cumplir cada vez más con la demanda en
alza de los consumidores de pornografía, la cual a partir de los años 60 creció
a ritmos impresionantes, las revoluciones sexuales de los años 80 marcaron la
consolidación de la pornografía como un mercado altamente rentable, su
crecimiento no sólo refleja está industrialización que se da igualmente en la
música, en el cine, en el arte en general, sino que también nos habla de una
apertura liberal sobre los tabúes sexuales. Las revistas impresas y los posters
eran los medios idóneos para su difusión.
¿La pornografía es un arte? Lo primero que podríamos responder es no,
quizá por cuestiones más morales que estéticas, sin embargo, debemos reconocer
que aunque hay un río de leche que separa la pornografía de lo erótico, la inquietud
artística de representar el sexo de forma explícita y cruda en el arte ha
incrementado, ha tenido altas y bajas de acuerdo a los estatutos morales de las
generaciones, pero a pesar de ello, nos han llegado obras como las de
Boccaccio, el Marqués de Sade, Pierre de Brantome, y en el siglo XX, Bataille,
Miller, o en el XXI con Houellebecq y con la novela de Welsh “Porno”, no es
fenómeno exclusivo de la literatura, también lo es del cine, de la pintura, del
teatro y en ocasiones de la danza. Si la pornografía no es arte, al menos
debemos admitir que el arte tiene mucho de la pornografía.
No han sido pocos los analistas económicos que vieron un gran potencial
en las tecnologías del internet con respecto a la pornografía. No sólo los
servicios de información se beneficiaron con las tecnologías de los satélites,
la banda ancha y la fibra óptica, así tenemos que:
La cultura de la imagen confirmaba, pues, la
nueva naturaleza de un arte mercantilizado: la del bien de consumo. Este
carácter mercantil sustituyó las cualidades estéticas de la obra de arte por el
valor de cambio que fijaba externamente la lógica comercial (pág. 109)
La cultura de la imagen relativiza el carácter estético de la obra de
arte, se inserta dentro de una lógica comercial que impone estándares bien
definidos, la obra de arte deja de serlo
muchas veces al apegarse a estos parámetros. ¿Qué sucede con la pornografía? Debemos notar,
que su crecimiento ha sido exponencial, según estadísticas del 2006 reportó
ganancias por el monto de 97 mil millones de dólares, pero aquí sucede algo
demasiado curioso como para no ser notado: La pornografía se rige igualmente
por una ley de oferta y demanda, con la llegada de internet, no sólo se
diversifica el gusto sino que también se refina.
Anteriormente los tópicos en la pornografía no pasaban de las chicas o
chicos, vestidos en ropa interior en poses atrevidas o en su defecto, desnudos,
sino que ahora, existe un amplia gama de
elección que explora cada una de las filias,
al ser internet un medio de comunicación mundial, la legislación ha sido
un poco ambigua sobre lo que se debe y no debe de hacer en la red, a pesar de
ello, la pornografía ha explorado estas posibilidades. Un acto que englobaba
sólo el acto de cópula se ha diversificado, ya no sólo tenemos orgías
heterosexuales, bisexuales y homosexuales, sino que existe un interés estético
en representar el acto sexual, llenarlo más de erotismo y menos de pornografía.
Aunque generalmente estas producciones no pasan del terreno del kitch, es muy
interesante observar en los últimos diez años el crecimiento de estas
producciones que cumplen con todas las normas de cualquier producción
cinematográfica, en algunos casos las actuaciones y los argumentos son
inusitadamente buenos. Tenemos de esta
manera, películas pornográficas que podrían catalogarse como históricas, donde explorar
las filias de un personaje histórico son buen motivo para rodar cámaras,
películas detectivescas, de terror, románticas cuyos argumentos cumplen todos los requisitos
de las novelas rosas, y finalmente, aquellas que parten de la parodia para
crear una producción, en estas últimas se parte de una película, serie de
televisión, hecho actual de gran popularidad para recrearlo en el mundo del sexo, lo cual en ocasiones, constituye un ejercicio muy interesante de intertextualidad.
Para Adorno y Horkheimer, la evasión y
el divertimento constituyeron las nuevas formas de «placer estético»7. La
sociedad capitalista hacía de la diversión una necesidad vital. La dialéctica de
la industria cultural - reiteración, estandarización, producción en serie – era
análoga al ciclo biológico que el hombre como ser vivo comparte con la
naturaleza. Un público ávido de entretenimiento consumía los objetos
culturales, los destruía y los incorporaba a su metabolismo, como incorporaba
cualquier otro bien comestible (pág. 109)
El buen sexo siempre es divertido, pero la pornografía puede no serlo
siempre, la repetición de un acto básico ha necesitado recurrir a explorar
nuevos medios para ser representada, el gusto por la pornografía, es también un
gusto que en últimos años ha sido socialmente aceptable y más aún, saludable,
la normativización del uso de la pornografía ha sido uno de los aspectos más
controvertidos en los últimos años.
La última cuestión que me queda por comentar ha sido la aparición del sexo amateur como categoría de la pornografía, es difícil delimitar la realidad en la pornografía, más aún cuando se trata del orgasmo femenino. La pornografía también es una fábrica de fantasías, como cualquier ficción, a pesar de ello, al espectador le queda cuestionar la veracidad del placer que contempla, la aparición de personas teniendo sexo ha sido un tema de debate, pero que nos da un interesante punto de vista de la participación del sujeto que quiere formar parte de este medio de expresión al parecer, poco ortodoxo.